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Carlos Roberto Sanquetta

Profesor e Investigador de la UF-PR y del Centro BIOFIX

OpCP74

El mercado de carbono en el sistema forestal

El cambio climático representa una de las mayores amenazas para el futuro de nuestro planeta y, por ello, la sociedad ha exigido a los gobiernos y al sector privado tomar acciones urgentes y efectivas para reducir la concentración de Gases de Efecto Invernadero en la atmósfera.

Las negociaciones y acuerdos internacionales, establecidos desde la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ratificada en 1994, y el Protocolo de Kioto, ratificado en 2004, y finalmente, el Acuerdo de París, ratificado en 2015, crearon los instrumentos legales y regulatorios indispensables para promover la transición hacia una sociedad baja en carbono.

Estos acuerdos también crearon mecanismos de marketing innovadores para incentivar financieramente a los emprendedores que promuevan la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero o la eliminación del dióxido de carbono ya emitido a la atmósfera.

En el Protocolo de Kioto existían tres mecanismos de mercado de carbono: el Comercio de Emisiones, la Implementación Conjunta y el Mecanismo de Desarrollo Limpio. Los dos primeros mecanismos se crearon sólo para los 39 países desarrollados (llamados Anexo uno), que tenían objetivos obligatorios que cumplir, pero además podían adquirir créditos de carbono de otros países (no Anexo uno), como Brasil.

Esto brindó la oportunidad para el desarrollo, registro y ejecución de más de 8 mil proyectos para reducir y eliminar Gases de Efecto Invernadero en todo el mundo hasta 2020. Brasil fue el tercer mayor generador de créditos en este “mercado regulado de carbono”, solo superado por China y India. Muchos proyectos despegaron y hicieron contribuciones a la mitigación climática y al desarrollo sostenible, además de recaudar importantes recursos financieros a través de la venta de créditos de carbono, llamados Reducciones Certificadas de Emisiones en el Mecanismo de Desarrollo Limpio. El mercado mundial regulado de carbono valía unos 200 mil millones de dólares al año en el apogeo del período del Protocolo de Kioto.

Después de la experiencia del Mecanismo de Desarrollo Limpio, los empresarios brasileños comprendieron que nuestro país tiene innumerables sectores y actividades capaces de generar créditos de carbono, trayendo oportunidades ambientales, económicas, profesionales y tecnológicas. Es entonces cuando surge el llamado “mercado voluntario de carbono”, dada la brecha creada entre la transición no muy fluida del Protocolo de Kioto al Acuerdo de París. En este mercado voluntario, no existen objetivos ni entidades gubernamentales u organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, que regulen el mercado. Es privado y reputacional, es decir, las organizaciones desarrollan proyectos y generan créditos de carbono, libremente, en cualquier país, y pueden venderlos a otras organizaciones que deseen compensar sus emisiones.

El objetivo no es cumplir con la normativa, sino posicionarse adecuadamente ante las partes interesadas. Este mercado es el que opera con mayor volumen hoy en todo el mundo, incluido Brasil, uno de sus protagonistas.

En este momento, vivimos la inminente creación del mercado brasileño regulado de carbono, a través de la aprobación por el Senado Federal del Proyecto de Ley 412, que establece el Sistema Brasileño de Comercio de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero y prevé otras medidas. En este mercado nacional de carbono, los mayores emisores deben calcular y reportar sus emisiones y absorciones, así como presentar medidas de reducción y compensación, negociando créditos de carbono.

Pero, ¿cómo puede el sistema forestal participar en este mercado nacional de carbono y, eventualmente, en los mercados regulados globales y en el mercado voluntario de carbono?

De las más diversas formas, desarrollando proyectos y generando créditos de carbono para ser consumidos por agentes que no pueden reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero, ya sea regulados por tratados internacionales, la legislación brasileña o el mercado voluntario reputacional.

Para generar créditos de carbono adecuados para el mercado, el sistema forestal debe abogar por el desarrollo de proyectos elegibles, adicionales y de alta integridad. Deben promover beneficios reales, medibles y de largo plazo, en compromiso con la causa climática, además de promover otros cobeneficios sociales y ambientales , especialmente para las comunidades y la biodiversidad.

Los tipos de proyectos más relevantes hoy en día para el mercado del carbono son las llamadas soluciones basadas en la naturaleza, en las que los proyectos forestales encajan perfectamente. Los proyectos de Soluciones Basadas en la Naturaleza, a diferencia de los proyectos tecnológicos, como los proyectos energéticos, industriales y de residuos, son muy apreciados en el mercado actual.

Entre este tipo de proyectos merecen destacarse algunos:
• REDD plus o Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal: implica evitar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero mediante la conservación de un área forestal, su gestión y el aumento de las reservas de carbono;
•  Forestación, Reforestación y Revegetación: es la regeneración de un área desprovista de vegetación forestal, ya sea mediante plantación convencional con plántulas u otras formas de regeneración (incluida la regeneración natural asistida) con el objetivo de aumentar las reservas de carbono a través del crecimiento de los árboles, promoviendo la “eliminación biológica” de carbono;
• Remoción: implica el crecimiento de vegetación nativa preservada con el objetivo de mantener su dinámica de regeneración. La lógica en este caso es diferente a la de los proyectos REDD plus, en los que los créditos de carbono se calculan en función de la cantidad de Gases de Efecto Invernadero evitados debido a la deforestación evitada. En el caso de la “ eliminación” o eliminación de dióxido de carbono, la generación de créditos de carbono resulta del crecimiento del bosque;
• Carbono Azul: Que previene la emisión de Gases de Efecto Invernadero o promueve la eliminación de dióxido de carbono en zonas húmedas, como manglares, humedales, etc.;
• Otros: Existe una amplia gama de otros proyectos de carbono que se pueden desarrollar. Ejemplos: sistemas de consorcio (Integración de Cultivos, Ganadería y Forestal), reposición energética con biomasa, producción y aplicación de biocarbón (biochar), entre otros.

En definitiva, el sistema forestal tiene muchas oportunidades y un enorme potencial para contribuir a la mitigación climática, además de promover el bienestar de la humanidad, además, por supuesto, de generar ingresos, empleos y divisas. Más que eso, el sistema forestal, a través de su papel en el mercado de carbono, tiene un papel crucial en la promoción de la sostenibilidad a largo plazo y, por tanto, de la supervivencia misma de la humanidad.

Corresponde entonces al sistema forestal actuar de manera incisiva en este enorme mercado que está surgiendo. Profesionales, empresas y el tercer sector que trabajan con bosques tienen una oportunidad de oro entre sus manos. Conquistar este espacio es cuestión de aprovechar estas oportunidades, transformándolas en la apertura de nuevos frentes de negocios para el sistema forestal, sin hacer distinción entre bosques plantados y nativos, bosques para la producción de madera (u otros productos) y para la protección del medio ambiente.

Hay oportunidades para todos.